* La audiencia sorprendió al cantante uruguayo, a quien se le quebró un poco la voz

 

* “Esto realmente excede toda premonición, toda expectativa que uno tenga”, expresó

 

* Invitó al show a un cuarteto de son jarocho

 

“Esto es una locura!” exclamó Jorge Drexler, quien tuvo en vilo a 10 mil almas la noche del jueves, que no dudaron en responder con cánticos, ovaciones, luces y peticiones en cada oportunidad que el uruguayo les ofreció en el Auditorio Nacional, donde agradeció el entusiasmo de sus seguidores mexicanos, a quienes confesó, visiblemente emocionado: “Les tengo que confesar que es el concierto más grande que he dado en mi vida”.

La cálida bienvenida que el abarrotado inmueble ofrendó al intérprete de Bendito Desconcierto, mucho antes de que apareciera en el escenario, se tradujo en coros a todo pulmón, durante el recital de poco más de dos horas. Pero la algarabía no fue todo para celebrar las más de dos décadas de “historia de amor” que tiene con México. La multitud logró sorprender al cantante en una parte del show, lo que incluso le quebró un poco la voz a mitad de una de sus piezas.

***

Los gritos de “¡Jorge, Jorge, Jorge!” a ritmo de palmas y uno que otro alarido de jóvenes mujeres se mezclaban con el canto de aves que provenían del sonido del Coloso de Reforma para amenizar el ambiente. Apenas se apagaron las luces, el fragor inundó cada rincón del lugar. Apenas apareció Drexler en el proscenio se hincó ante el público y, en medio del griterío arrancó con El Plan Maestro seguida de Deseo, tras la cual saludó y expresó: “¡Wow, qué locura!”, mientras una ovación cimbró el recinto.

“Antes de seguir, permítanme que diga un par de cositas, porque esto realmente excede toda premonición, toda expectativa que uno tenga. Me imaginaba que esto iba a ser impresionante, pero nunca TAN impresionante, queridas y queridos, chilangos, chilangas”. Entonces, confesó que era el concierto más grande su trayectoria.

“Estoy tan contento de estar aquí que hemos preparado este espectáculo con mucho amor. Queremos que, así como es especial para nosotros, lo sea para ustedes también. Me acordaba hace poquito, en el año 2001, en el Péndulo de Condesa, hace 22 años, éramos 22 en el público. Estoy tan contento de que esta historia de amor con México se haya dado de manera gradual, escaloncito a escaloncito, hasta llegar a este templo tan maravilloso de la música”, abundó antes de interpretar Corazón Impar, en la que agradeció a los miles -que aplaudían al ritmo- que se sumaran en las percusiones, pero les pidió que lo hicieran “con los pies, así suena como un gran corazón”.

Con los ánimos de la audiencia desbordados, el cantante prosiguió con Cinturón Blanco, Me haces bien, Fusión -una pieza cuyo contenido “es totalmente opuesto” a lo que dice Corazón Impar. “Hay una contradicción frontal entre las dos”, explicó, y en la que lució la voz de la cantante Alana Sinkey, desde Guinea-Bissau- y Bendito Desconcierto, última de su álbum más reciente Tinta y Tiempo, “cuya creación nació durante la pandemia” junto a Martin Buscaglia, explicó Sony Music, “y (que) hasta ahora se pudo escuchar en vivo con un montaje sobrio, minimalista, elegante”, pues el espectáculo se desarrolló sobre un escenario completamente blanco, iluminado a través de una pantalla en la que sólo se proyectaron luces de colores vibrantes como el rojo y el azul. Esta pieza la dedicó a sus connacionales que viven en México.

Después llegó Inoportuna –“una canción de amor que habla de cosas que suceden cuando uno menos se las espera”, señaló el músico y en la que fue acompañado con palmas casi al término, donde se escucha el piano, trabajo de Meritxell Neddermann (Barcelona), y en la que estuvo acompañado por la multitud con un gran coro -. Entonces, se lanzaron peticiones “muy antiguas” al vuelo, en medio de gritos de “¡Te amo!”, lo que correspondió con una pieza “muy, muy antigua realmente”, de su disco La luz que sabe robar “del 92. ¿Cuántos de ustedes no habían nacido en el año 92? Levanten la mano. ¡Uh! Bueno, bienvenidos a la música del otro milenio. Esta canción hace mucho tiempo que no la toco, se llama” Era de Amar, “está sí me sorprendió que la conozcan. La verdad es que es una locura, son ustedes muy generosos con el repertorio”, dijo antes de interpretar el tema, al que al final agregó un fragmento de Puente, de Gustavo Cerati, con lo que hizo un homenaje al argentino.

Entonces llegaron ¡Oh, Algoritmo!, en la que el uruguayo rapeó en inglés, aprovechó para presentar a su director musical Javier Calequi (Argentina) y unió a las 10 mil almas reunidas en una sola voz; Salvapantallas -una canción que escribió para sus hermanos, pero que dedicó a Almudena Palacios, su tecladista, quien celebró su cumpleaños esa noche- y Asilo –“una pieza que la empecé a escribir en Tijuana” y que cantó junto a Miriam Latrece (Madrid), así como para destacar que cada uno de los integrantes de su banda tiene un proyecto propio-.

Así llegó el turno del tema que da nombre a su más reciente álbum: Tinta y Tiempo, que debe su título, pero también el concepto de la portada y del escenario, a la “batalla muy dura contra la hoja en blanco” que vivió el músico, según relató “durante la pandemia. Me costó mucho escribir. Habitualmente la que ganaba era la hoja en blanco y muy pocas veces conseguía romper ese vacío. Poco a poco fui ganando algunas batallas. Gane 10 al final. Esas son las 10” piezas del disco y cuya introducción estuvo a cargo del baterista de Bilbao, Borja Barrueta, quien tiene 18 años de tocar junto a Drexler.

“¡Qué noche más tremenda, México!”, dijo para proseguir con El Día Que Estrenaste El Mundo, y, entonces quiso rememorar el primer concierto que dio en México, en el Péndulo de la Condesa, por lo que se acercó más al público con una guitarra para interpretar Pongamos que hablo de Martínez, que dedicó a Joaquín Sabina, así como Milonga del Moro Judíoen la que el Auditorio Nacional se le unió en un gran coro y, al final, en un solo movimiento se incorporó de sus asientos para brindarle una ovación, mientras los gritos de “¡Jorge!, ¡Jorge!, ¡Jorge!”, resonaban -.

El músico uruguayo correspondió el gesto con la interpretación de Soledad, una petición que le habían hecho minutos antes. “Estoy muy contento. Estoy menos solo que nunca tocando aquí”, declaró. Poco a poco, las luces de los celulares iluminaron a la audiencia, lo que le sorprendió y le dejó sin voz por un breve momento, entonces, las miles de gargantas se unieron para seguir con la pieza. “De ahora en adelante voy a cerrar los ojos y voy a tener esa imagen grabada en la retina. Es la cosa más bonita que he visto en mi vida”, dijo al final.

El recital prosiguió con Duermevela, dedicada a su madre Lucero; después llegó Movimiento -pieza para la que invitó a un cuarteto de son jarocho de la región de Sotavento– integrado por “Evelyn, Raquel, Joel Cruz Castellanos, que grabó con nosotros el disco de Los Cojolites, y Ricardo. ¡Qué viva el Son Jarcho!”, gritó Drexler, quien abundó en medio de algunas piezas que “si aprendimos algo de la pandemia es que no somos más que un bicho, tampoco menos. No somos el centro del universo, es importante que nos demos cuenta de que más allá de todas las narrativas que hemos tenido como especie, siempre nos hemos puesto en el centro, pero no lo estamos. Ni en el centro de las especies, ni en el centro del planeta, ni siquiera nuestro planeta está en el centro del Sistema Solar; ni siquiera el Sistema Solar está en el centro de la galaxia. Saber que somos del todo apenas una parte, a ver si nos enseña a cuidar un poquito más esta maravilla que tenemos que es la biosfera, que es nuestra, y de la cual somos sólo una partecita”.

Entonces, siguieron Tocarte, Telefonía y Silencio en la que después de presentar a su equipo, agradeció a la audiencia, que le coreó sin césar todos sus temas, le siguió sin flaquear en los distintos ritmos y hasta en los silencios. “Llevo en la retina grabadas tres o cuatro cosas que no se van a borrar y en el corazón otras tantas”, confesó, poco antes de desaparecer del escenario por un par de minutos, que el público no desaprovechó para llamarlo: “¡oe, oe, oe, oe Jorge, Jorge, oe, oe, oe, oe Jorge, Jorge!”

“¡Esto es una locura!”, dijo el de Uruguay, quien a su vuelta al escenario no dudo en hincarse en el proscenio e inclinarse ante la audiencia otra vez. Enseguida llegaron La Guerrilla de la Concordia, Luna de Rasquí, Todo se Transforma y Amor al Arte, en la que volvió a aparecer el cuarteo de son jarocho, que al final, le dedicó unas coplas al cantante, quien expresó: “¡Qué jolgorio, qué jolgorio! ¡Gracias auditorio!”

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