Ovaciones irresistibles como respuesta a las varias declaraciones de cariño de Ozzy Osbourne -“We love you, Mexico”-, coros eufóricos ante los reclamos de El Príncipe de las Tinieblas –”I can´t hear you!” (“No los escucho”) y aclamaciones multitudinarias a los clásicos –como “War Pigs”, “Iron Man”, “Paranoid”- sirvieron de catarsis a los más de 61 mil fans que acudieron al último encuentro con los “creadores del heavy metal”.

 

Un sonriente y entusiasta Ozzy Osbourne,
acompañado del guitarrista Tony Iommi y del bajista Geezer Butler, cómplices de
andanzas en pasajes obscuros y entre las penumbras, más el joven baterista
Tommy Cufletos (Bill Ward, integrante original no participa de esta gira),
llevaron al éxtasis a sus seguidores cuando la pieza “Black Sabbath”, la
primera del primer disco del grupo, inició la cátedra de metal, un despliegue
de su música portentuosa que en pocos meses dejará de escucharse, con sus
autores sobre un entarimado, para siempre.

 

 

 

Los años y los excesos han marcado los cuerpos de
los ingleses y la voz de su líder, pero no han hecho mella en el talento que
los caracteriza, como Iommi -presentado por Osbourne como “el único, el
original” mientras le hace una reverencia- quien en cada oportunidad
sorprende a cual más con su guitarra y el sonido que ha influenciado a muchas
de las bandas actuales.

 

 

 

“¿Se están divirtiendo?” preguntaba Ozzy a los
devotos poco antes de presentar cada canción: “Fairies were boots”,
“After Forever”, “Into The Void”, “Snowblind”,
sonoridades de rock duro de Birmingham, para el mundo. La ovación respondía, a
veces seguida del eco originado en la pista y contagiado a las gradas:
“Sabbath, Sabbath”; y, de tanto en tanto, el inmueble se mecía al
ritmo impuesto por los saltos.

 

 

 

“Quiero pedirles que canten el siguiente
tema conmigo. Se llama ‘War Pigs'”, dijo el líder de la banda, que poco
recorrió el escenario durante el recital metalero, pero que animaba a los
presentes a acompañarlo con palmas. Llegó “Behind The Wall of Sleep”,
“N.I.B.”, “Hand of Doom” y “Rat Salad”.

 

 

 

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Un explosivo solo de batería de Cufletos sirvió
de introducción para la aclamada “Iron man”, seguida de “Dirty
Woman” y la poderosa “Children Of The Grave”. “Gracias por
venir esta noche. Dios los bendiga”, exclamó Ozzy.

 

 

 

El final, ahora sí, estaba muy cerca. En un
brevísimo encore los británicos abandonaron el entarimado, no sin que antes ‘El
Príncipe de las Tinieblas’ animara al público a pedir, a gritos, “¡one
more song!” (“¡una canción más!” -en resumen: “¡otra!,
¡otra!”). En cuestión de segundos volvieron al escenario para cerrar con
el clásico “Paranoid” –tema que da nombre al segundo material del
grupo, lanzado hace 46 años. El público no dejaba de cantar tratando de asimilar
que fue la última vez que la banda, que deja un legado de 19 álbumes, el más
reciente de ellos titulado “13” y lanzado en 2013, pisará suelo mexicano.

 

 

 

Osbourne, Iommi y Butler, acompañados de
Cufletos, se reunieron al centro del escenario para dar el último adiós a los
fans aztecas, como parte de la gira de despedida que comenzó en Nebraska el 20
de enero de este año y que los llevará todavía a diversos países de Sudamérica.
Sin embargo, las tres pantallas que dieron cuenta del show al oriente de la ciudad
de México, dejaron en claro con la misma leyenda de las películas de antaño que
este fue “The End”.

 

 

 

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