* El encuentro musical incluye la degustación de hasta 100 cervezas artesanales

 

Por Alejandro Trejo

Visitar Phoenix, en Arizona, puede sonar a una aventura calurosa debido a las temperaturas extremadamente altas; sin embargo, un verdadero deleite a la vista, por su historia y representación en la vida de Estados Unidos, es el pueblo de Williamson, lugar apostado en la ruta 66 y mitificado por uno de los pioneros de la generación Beat, Jack Kerouac, en su novela En el Camino (On The Road).

Con sus formaciones rocosas de color rojizo, que muestran una historia geológica de millones de años, El Gran Cañón es una visita que resulta magnánima. Igual de sorprendente resulta Sedona, ciudad cerca de Flagstaff y que es un pueblo de artistas.

Empero, lo que nos llevó a Phoenix, la ciudad más poblada de Arizona, fue la primera edición del festival de música y cerveza artesanal creado por la ya veterana banda de punk rock, originaria de Berkeley, California, Rancid.

The Bash Music & Craft Beer Festival 2019, realizado en el Margaret T. Hance Park el 11 de mayo, contó con cinco bandas legendarias, de diferentes estilos y grandes exponentes de sus géneros, en su Line Up debut.

Otro de los atractivos del encuentro musical es su oferta para degustar “de más de 100 cervezas artesanales, incluidas varias de las mejores y favoritas que son locales”. Así, la magia inicia tras validar el boleto de acceso y recibir el primer souvenir del festival: una copa de 100 mililitros y 10 boletos canjeables para la prueba de 24 cervezas y 2 sidras artesanales que patrocinan el evento.

La joya de la corona, y que tiene una hilera de sedientos amantes, es la Brewstomper Beer, de la compañía Ska Brewing, una Golden Ale (con cinco grados de alcohol) que en su envase (lata) lleva como logotipo la portada del segundo disco de la banda california: Let’s Go. Para los fanáticos, un regalo de edición limitada.

La Brewstomper Beer, la cerveza de Rancid, en una lata de edición especial. Foto Alejandro Trejo

 

Entre copa y copa de diferentes sabores y estilos, apareció la neoyorkina H20, liderada por el vegano y straight edge Toby Morse, sobre la tarima. “Somos la primera banda del primer Bash Festival y es un honor”, dijo su vocalista mientras sonaban los acordes de EverReady, seguida de 1995, que dio paso a Sunday, en la que Maximus Morse- “el futuro del hardcore”, según dijo Toby sobre su vástago- tomó posición en la batería.

Con éxitos, en su mayoría del disco Nothing To Prove, los asistentes corearon “Me and all my friends, we have nothing to prove, nothing to loose”; para continuar con el himno de la banda: What Happened. El bajo suena y el público, unido al vocalista en una sola voz, canta: “what happened to the passion, what happened to the reason for screaming, what happened to the music and the message that I loved”.

Tanta fuerza, tanta música para comenzar, hicieron pensar que todo será de locura, y es el turno para las mujeres del grunge: Donita Sparks, Suzi Gardner, Jeniffer Finch y Demetra Plakas, conocidas como L7. Con nuevo disco y la misma energía de hace 30 años, estas legendarias damas del punk rock, metal y grunge entran a la tarima para ejecutar rolas como Andre, Pretend We’re Dead -para los más veteranos-, y de la nueva producción, titulada Scatter The Rats, se escucharon Burn Baby y Stadium West, con las que obsequió a los más novatos.

Escuchar a L7 es, sin duda, una reminiscencia del rock crudo, de tres o cuatro acordes que hacen mover la cabeza a más de uno. Una ensoñación de tan sólo 50 minutos.

L7 en acción. Foto Alejandro Trejo

 

Entonces, llegó, Suicidal Tendencies, banda con 39 años de trayectoria, creada en Venice, California, y que sólo tiene a Mike Muir, vocalista, como miembro fundador. “¡ST, ST!”, gritó la gente cuando éste salió a saludar a todos y comenzó con Psyco Vision. El público comenzó a brincar, cantar, un pit llamaba a todos. Un intercambio de energía de los integrantes del grupo con sus fanáticos, quienes corearon clásicos como Subliminal, I Shot The Devil, Freedumb.

Un derrame de adrenalina y testosterona hicieron de la actuación de ST, grupo que fluye entre el crossover, metal y hardcore, un performance de lujo. Los movimientos y la energía mostrada por Muir, hacen dudar que este frontman tenga 56 años. Para mí, fue la mejor banda del encuentro musical.

Así, el ska de los Mighty Mighty Bosstones llegó a la tarima. Una agrupación también legendaria. Nacida en Boston en 1983, esta asociación, conocida como una de las precursoras del ska punk, puso a bailar hasta al menos coordinado, con ese trombón, ese saxofón, teclado, guitarra, bajo y su incansable bailarín y corista Ben Carr, quien nunca deja de moverse al ritmo de la música. Rascal King, The Impression That I Get, The Constant, Royal Oil, fueron algunos de los temas que los asistentes bailaron con gran entusiasmo.

“Un favor, cuídense ente ustedes y ámense”, fue el mensaje de Dicky Barret, antes de comenzar Don’t Worry Desmond Dekker, éxito de Medium Rare, un compilado de Lados B, lanzado en 2007, en el cual Don’t worry… es una canción nueva.

Foto Alejandro Trejo

 

Minutos antes de las 21 horas, el escenario se iluminó con la manta del clásico disco And Out Come The Wolves, que imita la portada del emblemático grupo de Washington DC, Minor Threat. Entonces, se escuchó Radio Radio Radio, primera pieza de Rancid, y el público coreó “Radio radio radio radio radio radio, when I got the music, I got a place to go…”

Nihilism da pauta al slam, al pit, los empujones, saltos, gritos, coros, celulares grabando, una locura a causa de los estelares en este festival.

El bajo de Matt Freeman hace pensar que ese tipo puede ser uno de los mejores exponentes del punk rock, la caja y bombo de Branden Steineckert y la desgarrada voz de Lars Frederiksen, hicieron gritar “dial 999, if you really want the truth, dial 999, if you can’t see it through, he ain´t jack the ripper, he’s your ordinary crook, call him Maxwell Murder for you”.

Foto Alejandro Trejo

 

Una catarsis con esta canción, que desencadenó una pelea entre dos tipos, que discuten y se tiran uno que otro puñetazo, algo que la seguridad del evento llegó a disuadir en cuestión de segundos, mientras la banda anunciaba canciones de su más reciente producción Trouble Maker (2017), producido bajo el sello de Epitaph, al igual que su disco debut (1993), homónimo de la banda.

Rancid se retiró del escenario, pero se escucharon gritos aislados pidiendo más, silbidos y fanáticos unidos en una sola voz al grito de “¡Rancid, Rancid, Rancid!”. Cinco minutos después, sonó el bombo de la batería y los acordes de la guitarra. La banda regresó al escenario para tocar Olimpya WA y remató la noche con la pieza que atrajo a muchos a su legión de seguidores en la década de los 90: Time Bomb, segundo sencillo del And Out Come The Wolves.

Con matices de ska punk, el tema hace recordar a Operation Ivy, ese primer grupo que formó Tim Armstrong en conjunto de Matt Freeman. Una de esas rolas que te hacen cantar, gritar y aventurarte a asistir a un lugar donde una de las bandas de tu adolescencia sigue rockeando en el camino, y además, da pauta a nuevos eventos que promueven la venta local de productores de cerveza: The Bash Music & Craft Beer Festival.

Este festival también tiene fechas en junio. El día 2 estará en Englistown, Nueva Jersey; el 8 en Boise, Idaho; 9 en Tacoma, Washington; el 15 en San José, California; y un día después en Sacramento. En todas ellas, Pennywise se une al cartel.

Si quieres conocer más de este festival, ve a https://thebashfestival.com/, https://www.facebook.com/thebashfestival/ e Instagram @thebashfestival.

 

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