Por Alejandro Trejo

La locución latina Cito, longe fugeas, tarde redeas, que significa “huye rápido y lejos, regresa tarde”, se usaba en la Edad Media para advertir acerca de una enfermedad y su propagación. Una frase que resuena en pleno Siglo XXI, el cual, en sólo dos décadas, ha sufrido el impacto de diferentes epidemias y pandemias: desde el SARS, el Ébola y la Gripe Aviar, hasta el MERS, la Influenza AH1N1 y la actual por Covid-19.

Desde diciembre de 2019, cuando según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se registró el primer caso por conavirus SARS-CoV-2 en la provincia china de Wuhan, el mundo se mantiene en estado de alerta, pues la pandemia en desarrollo permite vislumbrar escenarios desagradables en los ámbitos social, sanitario y económico.

A nivel mundial, hasta este 18 de abril se reportaron dos millones 310 mil 572 casos confirmados y 159 mil 510 defunciones por Covid-19, según los datos difundidos por la Universidad de Medicina Johns Hopkins; mientras que en México, las cifras en ambos rubros van en aumento, con 7 mil 497 casos confirmados, 12 mil 369 sospechosos y 650 personas han perdido la vida por este padecimiento, señalan los datos difundidos por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell.

Las autoridades de salud de todo el mundo han dado a conocer medidas de prevención para tratar de mitigar la propagación del virus, evitar que la tragedia se maximice -tras las situaciones reportadas en China, Italia y España e impedir que esta pandemia sea un nuevo episodio en la historia que acabe con millones de personas.

Una de las recomendaciones es el distanciamiento social, conocida como cuarentena o confinamiento y que consiste en aislarse y mantener el menor contacto posible con otras personas para cortar la transmisión del coronavirus SARS-CoV-2, medida que tiene el mismo fin que la cita medieval con la que inicia este texto.

Y fue justo en Italia, en medio de la propagación del Covid-19 y de la orden del confinamiento, que La Peste, novela escrita en 1947 por Albert Camus que habla sobe la ciudad de Orán y sus vicisitudes durante un inesperado brote de peste bubónica, reportó ventas extraordinarias.

 “El modo más cómodo de conocer una ciudad es averiguar cómo se trabaja en ella, cómo se ama y cómo se muere”, escribió el francés de origen argelino en la primera página de su obra; y es así como se puede conocer a Orán, metrópoli donde se desarrolla la historia, sitio en el que una epidemia exhibe una etapa de tormentos.

En este lugar, los ciudadanos trabajan mucho con el objetivo de enriquecerse, un fin primordial donde los placeres están reservados para los pocos momentos de ocio. Toda una monotonía que se ve quebrantada cuando la mañana del 16 de abril del año 194…, el doctor Bernand Rieux tropieza con una rata muerta al salir de su habitación.

Este suceso era insólito y se lo hace saber a Michel, el portero de la vivienda. Empero, los días posteriores se repetirán los encuentros con los roedores muertos. Este hecho desconcertante tiene fin cuando Michel muere, pero comienza un nuevo periodo que desborda el pánico.

Ratas que salían a morir al sol, enfermedades extrañas, ganglios hinchados, fiebres, vómitos de bilis rojas. La situación se vuelve tan ardua y grave, que se toma la decisión de poner en cuarentena y estado de sitio a Orán. Así la ciudad queda encerrada tras sus muros históricos.

La peste, que se creía desaparecida, comenzaba en el imaginario del Doctor Rieux, quien pensaba en lo que podía pasar con los ciudadanos, inmersos en la individualidad, en la envidia y despreocupación. “Cuando estalla una guerra las gentes dicen: Esto no puede durar, es demasiado estúpido. Y sin duda una guerra es evidentemente demasiado estúpida, pero eso no impide que dure. La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo”, se detalla en la obra de Camus.

Durante la reclusión, saldrá a flote la descomposición humana y de su sociedad, la podredumbre moral del ser humano, esa enfermedad degenerativa que se propaga entre todos los habitantes.

 

Así, la peste da pauta para ver todo lo inhumano de una sociedad, pero también es el parteaguas para crear la conciencia del otro, ya que puede despertar solidaridad para salir avante de un escenario apocalíptico.

Ser solidarios y conscientes puede ayudar a la prevención de un daño mayor, y si no, La Peste de Albert Camus nos enseñará las consecuencias de las acciones que se hagan ante una epidemia.

Aquí les compartimos dos infografías difundidas por la Agencia AFP en su cuenta oficial en Twitter sobre el balance y el panorama del mundo con relación al coronavirus SARS-CoV-2.

 

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